Hace pocos minutos terminó el tercer partido de la primera fecha del hexagonal final del suramericano Sub 20 y ha ganado Venezuela a Colombia en un partido donde lo que menos me importa es el resultado.
Esta noche quiero referirme al personaje nefasto que asignaron para dirigir el encuentro, el argentino Saúl Laverni. No es posible que un arbitro de un amplio recorrido en el balompié regional y con una escarapela FIFA en su pecho que, no se en que boliche de Puerto Madero se habrá ganado, tenga tanto cinismo a la hora de tomar decisiones disciplinarias.
Ya es reconocido en su país por su bajo rendimiento, con acusaciones tan graves como la actitud soberbia y xenófoba hacia los verdaderos protagonistas del espectáculo, los futbolistas, que han contado además con el apoyo en las versiones de cuerpos técnicos y dirigentes. Hoy, al igual que en el partido Gimnasia (J) y Argentinos del pasado mes de septiembre, dio una muestra excepcional de que no se equivocan en una sílaba a la hora de describirlo. Este tipo es malo y por momento pasa a ser un pícaro que debería estar registrado en la circular roja de la INTERPOL.
Un partido que desde el inicio se notaba iba a ser disputado por dos equipos con un ímpetu sano, coraje deportivo y un deseo mutuo por ganar, se desdibujó porque este señor de negro decidió meter su oscura y mal intencionada mano a favor de un local que no necesitaba de esto tal vez para ganarle a un Colombia errático por momentos y descontrolado al final al no poder disimular el inmenso enojo y la gran decepción viendo como un pícaro con licencia les saqueaba sus bolsillos llenos de ilusión.
¿No hay árbitros en Ecuador, Chile, Bolivia o Perú que se hicieran cargo de este hexagonal? Así se sacaba del juego la suspicacia que genera un argentino dirigiendo y, además debilitando a un rival directo de su selección, con las descaradas faltas omitidas a favor de uno y cobradas sin ser en contra del otro. Comisión arbitral amañada o sumisa es lo que tenemos en Suramérica, con dos potencias que quitan y ponen a placer.
Hoy, gracias a esta triste situación he dejado de ser futbolero 100% para convertirme en un espectador irritado, dolido y asaltado en mi buen juicio deportivo.
Señor Laverni, gracias y adiós. Empaque sus maletas y retorne al sitio de donde nunca debería volver a salir para no hacerlo quedar mal, su país.
Señor Laverni, gracias y adiós
sábado, 31 de enero de 2009
Publicado por Johnnier BARONA GALINDO
Etiquetas: Laverni
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